Opinión de
Walter Pineda
en 01/01/2011
Para hablar de Foto el Sol, hay que hablar, para comenzar, de Pedro Antonio Pineda. Nacido en Onzaga, Santander el 5 de Marzo de 1949, hizo carrera como agente de Policía y fue trasladado al Chocó donde se conoció y casó con María Amparo Bedoya, una paisa nacida en Itaguí, tercera hija entre cinco hermanas y un hermano. Allí nació su primera hija, Florey, el 9 de mayo de 1972. En Enero de 1974, mientras se desempeñaba como agente tuvo la oportunidad de viajar a Bogotá a un curso de Fotografía Judicial en la Universidad Nacional. De los apuntes que conservó recibiría Walter, su segundo hijo nacido el 4 de julio de 1974 en el hospital militar de Bogotá, las primeras clases de técnica fotográfica y de laboratorio ocho años después.
Luego del nacimiento de Walter, fue trasladado a Popayán. Allí nació su tercera hija, Patricia, el 16 de Mayo de 1976. En Popayán se desempeñó como fotógrafo del extinto F2 de la policía nacional hasta su jubilación.
Alternó su trabajo en la entidad oficial con la fotografía social. ¿No hay plata para la leche del niño?, entonces salía con su cámara fotográfica, hacía algunas tomas y regresaba con el preciado líquido. Los fines de semana tomaba fotos en las iglesias, y la calidad de su trabajo era reconocida. Lamentable que haya decidido en una ocasión botar cajas con cientos de negativos clasificados por fechas y eventos... también lamentó tiempo después, no haber sacado de los archivos de la policía los negativos de un completo cubrimiento en blanco y negro del terremoto de Popayán. Eso desapareció.
La mentalidad emprendedora de Pedro Pineda lo motivó a colocar un negocio en el garaje de la casa ubicada en la carrera 39 No. 2 -13 del barrio María Occidente. Comenzó con una vitrina llena de tarjetas que le vendió el señor Rodrigo Osorio en el 84, aunque desde antes tomaba fotos en un espacio acomodado bajo las gradas con dos fondos - una tela azul y otra blanca-, tres lámparas y un trípode, imágenes que revelaba en un pequeño cuarto de 1 metro de ancho y 1,2 mts de profundidad con la entrada cubierta por varias telas negras, donde vi las primeras imágenes aparecer como por arte de magia sobre el papel, cuando apenas contaba con seis años. Entonces repetía: uno, dos, tres... para quitar y colocar el filtro rojo de la ampliadora que proyectaba la imagen negativa sobre el papel sujeto por el marginador, y luego sumergir el papel expuesto en el revelador hasta que brotara la imagen, pasarla por agua y sumergirla en el fijador. Aún recuerdo el agradable aroma de los químicos, y el calor.
El negocio fue creciendo poco a poco, con lo que invertía del salario y de lo que recibía de las fotos en nuevos productos.
¿El nombre? Foto El sol Miscelánea. Para él el Sol era lo más cercano a Dios. Como nunca recibió una formación religiosa y le gustaba leer mucho, creía en Dios a su manera y consideraba al sol, palabras mías, el reflejo del amor de Dios sobre la tierra. Cuando recién nací tenía una complicación en un riñón. Tendrían que operarme. Todos los días me sacaba al sol y antes de la operación la junta médica dedujo que ya estaba bien y no necesitaba que me sacaran el valioso órgano. Vaya uno a saber si iba a ser víctima del tráfico de órganos...
El negocio creció junto al barrio, como parte de la comunidad, porque mi padre siempre consideró que lo que importaba era prestar un servicio, suplir necesidades, ahorrarle a la gente el viaje al centro para adquirir un producto. No quería colocar fotocopiadora porque ya había otra en el barrio, pero como se la pasaba dañada decidió adquirir una, no tanto por considerarla un buen negocio como por prestar el servicio.
Pedro Pineda murió en febrero del 2000, cinco años después de que le hicieran gastrectomía total por cáncer de estómago.
En el 2006, Walter Pineda independiza el negocio de fotografía de la miscelánea, denominándolo "Foto Estudio El sol", y se fija un límite de dos años para lograr posicionarlo. Aunque el volumen de trabajo fotográfico antes de independizarlo no era suficiente para cubrir un arriendo, con un préstamo y ahorros se decide a comenzar, con la mentalidad heredada de que lo importante era prestar el servicio, y si suplía un servicio, tarde o temprano, más temprano que tarde, daría ingresos suficientes como para cubrir los costos operativos y dejar algunas utilidades.
Dos años después, cuando ya ha posicionado el negocio, con dos empleados a medio tiempo cada uno, y un mensajero encargado de llevar y traer del laboratorio fotográfico material, analiza las posibilidades de su negocio en prospectiva y se da cuenta de que el negocio genera ingresos para subsistir, pero su objetivo no es vivir de la fotografía, sino vivir para la fotografía.
Esto significa que debe generar mayor rentabilidad, y hacer el negocio más rentable representa inversión. Sin embargo el retorno de inversión no era lo suficientemente prometedor como para justificar el riesgo. Los cambios en la actividad fotográfica con la aparición de la fotografía digital en ausencia de una organización dibujaban un panorama oscuro para el trabajo independiente, y las nuevas tecnologías en auge le hacían intuir nuevas oportunidades, pero no sabía exactamente dónde ni cómo encontrarlas.
Si se quedaba y tomaba el riesgo intuyendo el panorama futuro, el destino incierto (o ciertamente poco prometedor) de este sector de la industria tarde o temprano lo tocaría. Creía saber algo, que la industria debía cambiar de alguna manera, lo que fuera que la hiciera avanzar más rápido que las circunstancias y así liderar los cambios, o dejarse arrastrar por la avalancha tecnológica e informática.
Es así como vende el estudio a Carolina Cucuñame, y se lanza al riesgo de recorrer un camino incierto con una meta clara, que en este momento, poco más de tres años después, tiene un nombre y es un reto: Latinoamericana de Fotografía.
¿Su razón de ser?: Esperar a que la generación nacida en la era digital se abra paso en el universo informático en continua transformación, o contribuir a dar a la fotografía el lugar que le corresponde como una de las responsables de esa transformación preparándose para recibir los futuros cambios explotando todo su potencial. Equivale a decidir entre construir la represa antes de que el río aumente su fuerza y hacerla resistente a las impredecibles pero inminentes avalanchas o esperar a que se haga caudaloso aumentando los riesgos y el esfuerzo.
¿Las herramientas? Capacitación, sistematización de procesos, estandarización, regulación del mercado, código de ética, mercadeo, publicidad, innovación...
de la miscelánea Cinco años después, en enero del 2005 y luego de su matrimonio con Jesús Hernán Rico, Florey Pineda es diagnosticada con cáncer de seno. La enfermedad pasa al otro seno, luego a la matriz, al cerebro, y por último al hígado. Fallece en el 2010.
Los gastos ocasionados por la enfermedad, una mala administración y las deudas gota a gota (alrededor del 10% de interés), ocasionan que la casa deba ser vendida en octubre de 2009.
Mientras se capacitaba
, comenzó en el garaje de la casa con una vitrina antigua llena de tarjetas para toda ocasión que le vendió el Señor Rodrigo Osorio, en el año 1984, au nque la actividad fotográfica complementaria a su trabajo oficial ya la desempeñaba