Opinión de
Exalumno 2002 - (12 años siendo feliz después de salir de allá)
en 15/10/2014
Ese colegio fue la peor pesadilla que pude tener en toda mi vida. El bullying y matoneo sumado a la pésima calidad educativa hicieron que mi secundaria fuera un infierno, afortunadamente al salir de allí y poder comprobar otros espacios educativos, una universidad, nuevos círculos sociales y experimentar que el respeto por el otro sí es posible en la sociedad; me di cuenta que el problema radicaba en la mala planeación y administración de las directivas del colegio, quienes jamás pusieron freno a las múltiples problemáticas que se presentaban al interior del plantel.
Sólo basta con observar la ortografía de quienes afirman que tuvieron sus mejores años allí, evidentemente fueron los adolescentes que sólo veían el colegio como el recinto para reunirse con sus compinches ñeros, quienes jamás se preocuparon por exigir calidad en la educación, docentes preparados, proyectos de investigación, preparación vocacional para elegir una carrera o acompañamiento durante una etapa de vida tan crucial como la adolescencia.
Entiendo la precariedad del colegio y de sus estudiantes, la falta de recursos y el tener que intentar educar con lo que se tenía. Sin embargo, a los directivos les faltó visión para gestionar convenios, buscar laboratorios a falta de uno propio para llevar a los alumnos, buscar acompañamiento psicológico o apoyo y búsqueda de talentos excepcionales.
No creo que todos los exalumnos ahora sean delincuentes, tal vez algunos se salvaron de caer en esa vida. Sin embargo sí creo que un 99% de egresados son personas que salieron sin expectativas de vida, sin sueños, sin ganas de trabajar o evolucionar, y actualmente son amas de casa, choferes de bus, vigilantes, vendedores ambulantes, etc. No digo que estos oficios sean malos, pero en el colegio se debió incentivar a buscar una vida mejor, y allí parecía que los profesores se rendían y daban por hecho que todos sus alumnos serían un fracaso y no tendrían oportunidades al graduarse.
Aplaudo que este colegio se haya acabado, la sociedad no necesita más espacios mediocres en la educación como lo fue el Instituto Comercial Bolivariano, en el que además de no haber calidad educativa, reinaba el miedo, la sosbra, el matoneo, las injusticias, la falta de respeto, la crueldad juvenil y el desinterés de los profesores y sus directivas, quienes al ver que el modelo económico del colegio murió, sencillamente decidieron acabar con el negocio, y nunca pensaron en que la estrategia para no acabar con ese espacio era pensar como educadores y mejorar la experiencia educativa de sus alumnos y no como administradores de los recursos públicos y privados que recibían.